sábado, 2 de enero de 2010

Tesoro del carambolo


El 30 de septiembre de 1958, uno de los obreros, Alonso Hinojos del Pino, encontró casi en la superficie un brazalete que luego resultó ser de oro de 24 quilates y de un incalculable valor arqueológico. Al observar que al brazalete le faltaba un adorno, tanto él como el grupo de trabajadores que participaba, siguieron excavando en la búsqueda de la parte restante. Pero la sorpresa fue aún mayor cuando encontraron un recipiente de barro cocido, una especie de lebrillo, conteniendo muchas otras piezas. Aparentemente eran imitaciones de joyas antiguas, de latón o cobre, por lo que no dieron mayor valor a lo encontrado. Tanto es así, que se las repartieron entre los trabajadores que habían intervenido. Uno de ellos, para demostrar que no podían ser de oro, dobló repetidamente una de las piezas hasta llegar a romperla. Debido a aquella absurda prueba, la marca de una perceptible rotura ha dañado para siempre uno de los elementos que tiene forma de piel de toro. La sensatez y el temor de posteriores responsabilidades, aconsejaron a los obreros a entregar las joyas encontradas. La leyenda comenzaba a dejar de serlo para convertirse en realidad.

La directiva del Tiro de Pichón, con buen criterio, buscó la intervención de una de las máximas autoridades en investigaciones tartésicas, el arqueólogo y catedrático don Juan de Mata Carriazo y Arroquia. El profesor Carriazo realizó un minucioso y emocionado examen del tesoro y presentó el correspondiente informe. Una de sus frases resume la importancia de lo hallado de la siguiente forma:

"El tesoro está formado por 21 piezas de oro de 24 quilates, con un peso total de 2.950 gramos. Joyas profusamente decoradas, con un arte fastuoso, a la vez delicado y bárbaro, con muy notable unidad de estilo y un estado de conservación satisfactorio, salvo algunas violencias ocurridas en el momento del hallazgo".

El profesor Carriazo estableció que estas piezas pertenecían, fijando un amplio margen de error, a un período comprendido entre los siglos VIII y III antes de Cristo, agregando:


Tesoro de aliseda

Tesoro de Aliseda es un antiguo ajuar funerario tartésico hallado de forma accidental en Aliseda (Cáceres) y es posible que estuviera fabricado en oriente. Es de oro y predomina la técnica de la filigrana y cincelado. Está compuesto por una diadema, un collar, un pendiente, una pulsera, dos anillos y un cinturón. En el collar aparece el creciente lunar. Este tesoro era un ajuar funerario de una mujer relacionada con el rey. El pendiente es de gran importancia, está compuesto por un cuerpo, una cadena y una rica decoración alrededor del tubo. Esta decoración se da a base de repujado y cincelado. La decoración se repite por simetría. Lo que representa es el árbol de la vida que se repite constantemente. Entre los árboles de la vida aparece la palmeta que es característica del arte oriental. Junto a la palmeta aparecen dos pájaros, picoteando el fruto de esta. De aquí se supone que sea un ajuar funerario por la representación del árbol de la vida.

Tesoro de villena


El 1 de diciembre de 1963 don José María Soler García descubría uno de los tesoros más importantes de la Edad del Bronce: el Tesoro de Villena. El hallazgo se realizó de manera casual, en unas obras ejecutadas en el casco urbano de la localidad de Villena, apareciendo unos brazaletes. El tesoro esta en el interior de una vasija de cerámica, en un agujero excavado a unos 20 centímetros de profundidad de la llamada Rambla del Panadero.La mayoría de las piezas son de oro de 23,5 kilates y en total pesan unos diez kilos. Estas piezas áureas debemos sumar un brazalete y un pomo de hierro y tres botellas de plata.El conjunto se conserva en el Museo Arqueológico José María Soler de Villena.

Tesoro de monedas de oro


Efectivamente han sido halladas en la capital de Córdoba 13 monedas de oro en un vertedero del siglo XVIII.

En obras de urbanismo entorno de la Puerta del Puente de la ciudad cordobesa para la construcción de una pasarela para unir este monumento con el Puente Romano han sido descubiertas trece monedas de oro en un perfecto estado de conservación del siglo XVIII.

Fuentes municipales han confirmado que se están realizando catas arqueológicas para la urbanización de este entorno sobre todo porque en él hay un vertedero, en los que los vecinos de antaño tiraban los desperdicios . Ahora se quiere examinar dichas capas de la escombrera que facilite una información acerca de cómo vivía hace cientos de año la gente, y conocer sus costumbres y hábitos de manutención.

En las excavaciones pertinentes se descubrieron las 13 monedas de oro bajo una capa de cal, que ha permitido que se mantengan en perfecto estado con el paso de los años .La basura, con el tiempo, se descompone, pero los metales no. La cal ha ayudado a su conservación”, apuntan fuentes de “elmundo.es”.

Tras analizar detalladamente las monedas, los arqueólogos consideran que alguien las pudo depositar en ese lugar para que nadie las encontrara durante la invasión napoleónica de Córdoba, y luego se olvidara el lugar donde las ocultó. Lo cierto es que ahora la ciudad de Córdoba puede contar con un nuevo tesoro: las 13 monedas representan cada una de ellas a un escudo de oro con la imagen de Carlos III, selladas entre los años 1.773 y 1.801.

Tesoro de charilla


El tesoro de Charilla fue encontrado en Enero de 1977 en Charilla, aldea de Alcalá la Real. Está formado por piezas de oro, de plata, cuentas de pasta vítrea y piedras; piezas de collar circulares, tubulares y abellotadas; botones, sortijas, monedas de plata, ... sumando un total de treinta y siete piezas, que se exponen de forma permanente en la sala de hispano-musulmán, planta baja de la sección de Arqueología del Museo Provincial de Jaén.

El hallazgo fue realizado de forma casual por Alejandro López López, Rafael Gallego López y Miguel Pareja Extremera en un pozo para jamilas que estaba construyendo la Cooperativa Aceitunera "Ntra, Sra. del Rosario". Estos dieron cuenta a su maestro D. Manuel González Palomares, que a su vez posibilitó su posterior entrega al museo; el Estado indemnizó a los autores del hallazgo con 150.000 ptas. La noticia del hallazgo y entrega del tesoro fue recogida por el Diario Jaén en artículos de Vicente Oya (08-02-1977) y de la archivera y bibliotecaria de Alcalá la Real Carmen Juan Lovera (09-02-1977 y 06-04-1977).

Las monedas que aparecieron junto al resto de las piezas nos permiten fecharlo en la 1ª mitad del Siglo X ya que dos de estas monedas, las de menor diámetro, están acuñadas en la Ceca de al-Andalus bajo el califato de Omeya "Abd-al-Rahman III" (316/929-350/961, años musulmanes que están basados en las fases lunares y son una treinta y tresava parte más cortos que los años gregorianos); las otras dos monedas de mayor diámetro son de periodo emiral. La escritura cúfica, aunque muy desgastada, del anverso y el reverso de las cuatro monedas de plata así como su módulo, peso y la comparación con monedas coetáneas mejor conservadas, hacen posible tal clasificación.

La pieza más importante es la diadema (4,5 X 21,6 cm.) que en Marzo de 1977 fue enviada al Instituto Conservación y Restauración de Obras de Arte de Madrid para ser restaurada y en 1992 estuvo presente en Granada y Nueva York con la exposición al-Ándalus: las Artes Islámicas en España. Hablamos de diadema aunque también pudiera utilizarse a modo de cinturón o ceñidor. Está fabricada en oro con técnica de realización sencilla pero variada: "Repujado" para la banda vegetal del interior de los triángulos de los extremos, así como en el interior de los triángulos pequeños superiores; "Filigrana" de hilos sencillos y aplanados para enmarcar la decoración vegetal de los triángulos extremos e hilos dobles torcidos y aplanados para formar los círculos en el centro de estos triángulos ; hilo doble aplanado para formar la banda ondulada que separa las placas centrales de las extremas; "granos soldados" en el centro de los triángulos extremos y contorneado de las placas rectangulares e hilo torcido sencillo para formar los circulitos situados en la parte inferior central de las placas rectangulares y que se encuentran taladrados para dibujar una media luna creciente.

Esta pieza de orfebrería y todo el Tesoro de Charilla nos informa el gusto por las joyas que, pese a la prohibición religiosa, tenía el mundo andalusí del Siglo X. La ciudad palatina de Madinat al-Zahra construida por Abd al-Rahman III en el 325/936, era en centro de las artes suntuarias de los Omeyas cordobeses. Pese a eso, la joyería califal es escasamente conservada, sólo la conocemos por tesorillos encontrados como éste de Charilla o los aparecidos en Loja (Granada) y Almería (Garrucha y Bentarique).